lunes, 8 de abril de 2013

Una cita con Dios


Soy muy fan de las citas. Tanto que en ocasiones salgo de paseo y si veo una pareja teniendo una en un bar, entro y me siento con ellos a tomar algo, para felicitarles. En otras ocasiones me da por invitar a la primera tía que pillo a una cita, sólo por disfrutar del misterio y la emoción; pero luego me lío, me lío... y termino teniendo una relación de varios años, e hijos. Verdaderas citas aparte, también he sido (y supongo que algo seguiré siendo) fan de las citas del tipo frases célebres, ingeniosas, divertidas, llenas de sabiduría mordaz, etc. En su día iba a la sección de filosofía de la biblioteca, o cogía un libro de Mark Twain, o leía una frase-estado de Messenger y me ponía a chillar como un histérico, de puro fan. Luego me calmé y ni siquiera le di a me gusta a las frases que me gustaban en Facebook.

En fin, que pese a mi amor por las frases cortas (y por las citas literarias y filosóficas, sean de la longitud que sean), últimamente no he querido compartir algunas de mis preferidas en el blog, porque no lo veía muy pertinente, salvo en el caso de hablar del libro que las contiene. Pero resulta que en más de un libro de los que llevo leídos este año se hacen referencias muy interesantes a un tema que puede ser muy cansino o muy apasionante: Dios. Y me gustan esas píldoras de aproximación espiritual desde mentes literarias. Así que, como ya llevo, como poco, localizadas tres de estas reflexiones que me han llamado la atención, he decidido hacer una excepción y hacer una pequeña colección de citas más bien originales sobre la existencia de Dios.

Las dos primeras citas que acabo de citar (comentario sobre la repetición) ya están citadas (comentario sobre el comentario anterior) aquí: en Sobre héroes y tumbas, donde el paranoico personaje de Fernando disecciona sus posibles explicaciones sobre la existencia de Dios, y en Vida de Pi, de donde extraje una nota del glosario que me pareció una interesante interpretación de Dios y la creación.

En esta entrada presento el fragmento que me ha llevado definitivamente a abrir esta nueva brecha. Es una cita sacada de La tregua (Mario  Benedetti), el libro que estoy leyendo ahora mismo y que, pese a que ni siquiera lo he terminado, puedo decir sin miedo a equivocarme que va a estar con toda seguridad entre mis favoritos. Y ya os dejo con el texto, que no precisa más presentación ni despedida:
Domigo 7 de julio
Un día de sol espléndido, casi otoñal. Fuimos a Carrasco. La playa estaba desierta, tal vez debido a que, en pleno julio, la gente no se anima a creer en el buen tiempo. Nos sentamos en la arena. Así con la playa vacía, las olas se vuelven imponentes, son ellas solas las que gobiernan el paisaje. En ese sentido me reconozco lamentablemente dócil, maleable. Veo ese mar implacable y desolado, tan orgulloso de su espuma y de su coraje, apenas mancillado por gaviotas ingenuas, casi irreales, y de inmediato me refugio en una irresponsable admiración. Pero después, casi en seguida, la admiración se desintegra, y paso a sentirme tan indefenso como una almeja, como un canto rodado. Ese mar es una especie de eternidad. Cuando yo era niño, él golpeaba y golpeaba, pero también golpeaba cuando era niño mi abuelo, cuando era niño el abuelo de mi abuelo. Una presencia móvil pero sin vida. Una presencia de olas oscuras, insensibles. Testigo de la historia, testigo inútil porque no sabe nada de la historia. ¿Y si el mar fuera Dios? También un testigo insensible. Una presencia móvil pero sin vida. Avellaneda también lo miraba, con el viento en el pelo, casi sin pestañear: "¿Vos, ¿crees en Dios?", dijo continuando el diálogo que había iniciado yo, mi pensamiento. "No sé, yo querría que Dios existiese. Pero no estoy seguro. Tampoco estoy seguro de que Dios, si existe, vaya a estar conforme con nuestra credulidad a partir de algunos datos desperdigados e incompletos." "Pero si es tan claro. Vos te complicás porque querés que Dios tenga rostro, manos, corazón. Dios es un común denominador. También podíamos llamarlo la Totalidad. Dios es esta piedra, mi zapato, aquella gaviota, tus pantalones, esa nube, todo." "Y eso ¿te atrae? ¿Eso te conforma?" "Por lo menos, me inspira respeto." "A mí no. No puedo figurarme a Dios como una gran Sociedad Anónima."