jueves, 17 de enero de 2013

2 de 50: Sobre héroes y tumbas, de Ernesto Sábato

Esta entrada es parte de mi reto de Leer 50 libros en 2013
Yo creo que la verdad es perfecta para las matemáticas, la química, la filosofía, pero no para la vida. En la vida, la ilusión, la imaginación, el deseo, la esperanza, cuentan más.
Ernesto Sábato
Uno de los títulos más cool sobre una de las portadas más feas ever
Origen:
Hace varios años ya, hice una búsqueda en Internet sobre las mejores novelas en español. No sé qué listados vi, pero entre todos aquellos títulos, la mayoría archioídos, éste me llamó la atención triplemente: Sobre héroes y tumbas. Por un lado, porque no me sonaba de nada. Segundamente, porque lo vi repetido en más de un listado, lo que confirmaba su mérito. Y en tercer lugar porque el título, cuya importancia me parece esencial, era muy sugerente. Su título ha tenido mucha más influencia en que lo haya leído que el hecho de haberlo encontrado en una lista de "los mejores".

Pasaron algunas semanas, o quizás meses, tras aquella búsqueda meramente informativa. Entonces, un domingo por la mañana, en el mercadillo de antigüedades de Burgos (en la Plaza de España), encontré el libro. Era gordo y feo con ganas, pero por un par de euros se compraba fácilmente.

Observaciones
—551 páginas. Cuánto leo, EH.
—Me costó empezarlo a leer. O mejor dicho, me costó continuarlo. Lo empecé dos veces antes de ponerme con la tercera y definitiva.
—A Ernesto Sábato se le notan las inclinaciones pesimistas marcadas desde una nota previa a la novela.

Observaciones sin listar
Es una novela en la que pasan poquísimas cosas. Por simplificar hasta el extremo, se podría decir que sólo pasa una cosa. Sin embargo, ocurren muchísimas cosas. Pero la importancia de todo lo que ocurre no es la de que ocurra, sino la de poder examinar hasta exhaustación sus implicaciones. En ese sentido, muchas veces el peso filosófico que la guía (existencialista, por cierto), la densifica hasta el punto de hacerla ardua de leer, aún cuando la estemos disfrutando. Como (intentando imitar las lúcidas comparaciones que pueblan la novela) si anduviéramos por molestas arenas movedizas para poder disfrutar de un paisaje cuya belleza admiramos.

A través del personaje principal, Martín, un muchacho desubicado, sensible, callado, que se deja llevar, casi un mero observador de las vicisitudes, se encaran las preocupaciones y devenires de los de aquí y los de allá. Un único elemento que se introduce en su vida, Alejandra (y con ella el amor, claro), da sentido a su ser, aunque es un elemento más envenenado de lo que él quiere admitir.

Ejemplo:
Alejandra, mientras asentía con una sonrisa, le decía a Martín:
—El mundo es una porquería.
Martín reaccionó.
—¡No, Alejandra! ¡En el mundo hay muchas cosas lindas!
Ella lo miró, quizá pensando en su pobreza, en su madre, en su soledad: ¡todavía era capaz de encontrar maravillas en el mundo! Una sonrisa irónica se superpuso a su primera expresión de ternura, haciéndola contraer, como un ácido sobre una piel muy delicada.
—¿Cuáles?
—¡Muchas, Alejandra! —exclamó Martín apretando una mano de ella sobre su pecho—. Esa música... un hombre como Vania... y sobre todo vos, Alejandra... vos...
—Verdaderamente, tendré que pensar que no has sobrepasado la infancia, pedazo de tarado.
Se quedó un momento abstraída, tomó un poco de vodka, y luego agregó:
—Sí, claro, claro que tenés razón. En el mundo hay cosas hermosas... claro que hay...
Y entonces, dándose la vuelta hacia él, con acento amargo agregó:
—Pero yo, Martín, yo soy una basura. ¿Me entendés? No te engañés sobre mí.
Otras cosas
Su tercera parte, llamada Infome sobre ciegos, se separa visiblemente de la narración, tono e incluso personajes principales del resto de la novela y, según he leído, en alguna ocasión se ha llegado a publicar por separado. Incluso Mario Sábato, hijo del autor, hizo una película basada sólo en este fragmento.

Dicha parte la escribe Fernando, padre de Alejandra, que está convencido de que existe una conspiración mundial de los ciegos contra los videntes. Es un texto de una locura lúcida y metódica, en el que se cuestiona el supuesto funcionamiento del mundo y las personas, y en el que hace reflexiones como esta, sobre Dios y la existencia:
Siempre me preocupó el problema del mal, cuando desde chico me ponía al lado de un hormiguero armado de un martillo y empezaba a matar bichos sin ton ni son. [...] Después, me ponía a cavilar sobre el sentido general de la existencia [...]. Así fui elaborando una serie de teorías, pues la idea de que estuviéramos gobernados por un Dios omnipotente, omnisciente y bondadoso me parecía tan contradictoria que ni siquiera creía que se pudiese tomar en serio. Al llegar a la época de la banda de asaltantes había elaborado ya las siguientes posibilidades:
1.º Dios no existe.
2.º Dios existe y es un canalla.
3.º Dios existe, pero a veces duerme: sus pesadillas son nuestra existencia.
4.º Dios existe, pero tiene accesos de locura: esos accesos son nuestra existencia.
5.º Dios no es omnipresente, no puede estar en todas partes. A veces está ausente ¿en otros mundos? ¿En otras cosas?
6.º Dios es un pobre diablo, con un problema demasiado complicado para sus fuerzas. Lucha con la materia como un artista con su obra. Algunas veces, en algún momento logra ser Goya, pero generalmente es un desastre.
7.º Dios fue derrotado antes de la Historia por el Príncipe de las Tinieblas. Y derrotado, convertido en presunto diablo, es doblemente desprestigiado, puesto que se le atribuye este universo calamitoso.
Yo no he inventado todas estas posibilidades, aunque por aquel entonces así lo creía; más tarde, verifiqué que algunas habían constituido tenaces convicciones de los hombres, sobre todo la hipótesis del Demonio triunfante.
Mi pega
Los fragmentos, a veces intercalados, sobre la historia de unos soldados que huyen del enemigo protegiendo el cadáver de su general, se me hicieron especialmente duros (en el sentido de aburridos), aunque mejoran (porque se explican) al final. Y las múltiples alusiones a episodios de la historia argentina, que por mi desconocimiento no he podido entender en absoluto. Porque, a parte de la historia de sus personajes, la novela parece una especie de Forrest Gump de la historia de una generación argentina.

¿Recomendable?
Mucho, sobre todo para quien tenga inquietudes filosóficas y esté interesado en la pregunta sobre el sentido de la vida estando dispuesto a encarar esta monstruosa pregunta con honestidad.

Sin embargo, no creo que sea un libro que recomendaré demasiado en general, ya que para los gustos y las prisas de hoy día, podría ser pesado e incluso aburrido a ratos. Dependerá de la capacidad lectora del receptor de la recomendación. Pero es con toda probabilidad uno de los mejores libros que he leído hasta el momento.

Un fin 
De todos los fragmentos posibles, la cita con la que me quedo es la que sigue, pero temo que habría que leer el libro para entenderla:
Un perro, basta.
(Todas las citas cuya procedencia no se menciona son del libro Sobre héroes y tumbas, de Ernesto Sábato)