viernes, 31 de mayo de 2013

Microrrelatos 2012, (Varios autores), de Bardeblás [12 de 50]

[...] Sabes que ganar es imposible, pero con un poco de suerte, quién sabe, a lo mejor estás en el libro. ¿Has visto?, me han publicado un relato, estoy en el libro, les dirás a tus colegas. Te podrás poner chulito cuando veas a la de las gafas negras que tanto te gusta, "sí, han seleccionado uno de mis relatos, ahora estoy con algo más largo, no sé, a lo mejor una novela". [...]
Introducción al VI Certamen de Microrrelatos

   Desde que descubrí el concurso de microrrelatos del Bardeblás me he hecho con todas las recopilaciones de sus microrrelatos que he podido, al menos desde 2009 (estoy casi seguro de tener el de 2008 pero no lo encuentro). El concurso está organizado de una forma muy atractiva, ya que, aunque sólo hay tres ganadores (más un premio al microrrelato más divertido, que han añadido en los últimos años), el concurso se corona con una publicación en la que se recopilan una centena de los microrrelatos presentados. Es muy goloso verse publicado.

   La gran variedad de autores produce cierta variedad de obras. Echando la vista atrás, al conjunto de ediciones de estos libros, sin recordar verdaderamente, me parece haber leído bastantes microrrelatos romántico-desamorosos y otros tantos sobre muertes. Pero esto se asemeja mucho a no decir nada: estos temas son universales, y sus matices y perspectivas, tendentes al infinito. Lo cierto es que los temas son variadísimos, así como las formas, que incluyen unos cuantos experimentos interesantes para, cuando menos, elucubrar sobre ellos, su necesidad y efectividad, y cuando más, asombrarse de su exploración.

   En este caso he hecho la lectura como creía haber hecho las anteriores: lápiz en mano, marcando en el índice mis microrrelatos favoritos. Después de haberlo hecho he hojeado las ediciones anteriores y he descubierto, para mi sorpresa, que no había ninguna marca en sus índices. En todo caso, de los 110 relatos incluidos en este libro he marcado ocho como favoritos. Un total quizás pequeño que, sin embargo, considero generoso: soy muy exquisito. No he valorado los tres ganadores, pero no entiendo el premio del primero: me parece plano y sentimentaloide (sin siquiera alcanzar de forma clara tan baja pretensión). Como mucho, tiene algo de inquietante, pero dudo que ésta sea su pretensión. Aunque no creo que lo merezca, os lo transcribo para que os forméis vuestra propia opinión:

LA BRUJA DE EL TREN DE LA BRUJA
Alejandro Núñez
   La bruja de El tren de la Bruja era un hombre de unos cincuenta y nueve años con una barriga cervecera a juego con unas piernas como de marioneta.
   Llevaba una escoba en cada mano, y cada vez que el tren se le acercaba, amagaba un golpe sobre las cabezas de los niños o se refrenaba hasta dejarlo en un toque de gracia. Y mientras tanto no dejaba de mover las piernas al ritmo de una -¿música?- que atronaba desde los altavoces.
   Y en una de éstas me fijé en cómo se las componía para encenderse un cigarrillo con el que ya se estaba fumando: sin desprenderse en ningún momento de las escobas.
   Y algo así como una sonrisa apareció entonces tras el humo de ese cigarrillo.
   Y al ver aquello traté de no pensar en las horas que llevaría el hombre allí arriba en la pasarela ni en las que le quedarían por delante.
   Quise pensar en otras sonrisas.
   En las de los niños que iban montados en el tren.
   Y por un momento llegué a pensar en él pensando en esas mismas sonrisas.
   Porque, ¿podría ser no? ¿No?
   "Y, y, y...", íes aparte, en fin. El segundo y tercer premio me parecen más justos. Ambos tienen un juego estructural interesante que se relaciona directamente con la historia que están contando. El Premio Especial al microrrelato más divertido me parece aceptable también, pero en esta categoría yo le daría mi galardón personal a éste otro:

VIAJE A LAS ESTRELLAS
Elena Rodríguez
   Abrí con gran nerviosismo la carta que iba a cambiar mi vida, dentro estaba el recibo del banco que iba a dar un giro definitivo a mi existencia. Esa carta en la que anualmente me detallaban la astronómica cantidad que anualmente genera mi cuenta corriente: 0,65€. Al leer la descomunal cifra caí redondo en el sofá.
   Me llevó largo rato reponerme del susto y más rato pensar qué hacer con este dinero, se me planteaban varias opciones: pasar por el chino a buscar algo, jugar en la tragaperras, plantar el dinero a ver si cría, comprar media docena de pipas, el abanico de posibilidades era abrumador.
   Finalmente me decidí por un viaje interestelar, ¿cómo lo hice?
   Fue sencillo, cogí el dinero y lo apreté fuerte en mi puño, me coloqué frente a la encimera de granito de la cocina y calculé el recorrido que debía hacer mi cabeza para impactar sobre ella, conté hasta tres y con gran decisión estampé en ella mi cabeza.
   En ese instante vi todas las estrellas de la galaxia, fue un viaje único, inigualable y lo pude repetir tantas veces como quise, cuando regresé y abrí mi puño, aún tenía el dinero.
   Por último, al que considero mi microrrelato favorito del todo le sobran, a mi parecer, dos líneas (sí, creo que como lector tengo derecho a gastar estos atrevimientos). Por tanto, mi versión quedaría tal que así:
¿POR QUÉ?
Carlos Fernández
   Un hombre asomado a una ventana observa el crepúsculo.
   El cielo, a esa hora de la tarde, estaba completamente rojo.
   El hombre parecía tranquilo, con la expresión de estar satisfecho consigo mismo.
   De repente el color rojo se adueñó de la habitación en la que estaba asomado.
   No era el sol. Eran llamas. El hombre apenas se inmutó.
   Yo aquí llamé a los bomberos, pero para cuando llegaron ya fue demasiado tarde.
   Cuando, al día siguiente, leí la prensa lo entendí todo.

   He de decir que entiendo que el autor haya añadido esas líneas finales, pero en mi opinión le restan fuerza al verdadero punto álgido de la narración.
   Me gusta mucho acercarme a este tipo de propuestas sobre todo porque es una forma de tomarle el pulso literario a la ciudad de Burgos y, aunque el ritmo es desigual, no se puede decir, desde luego, que esté completamente perdido. Ésta es una de las mejores iniciativas literarias de la ciudad y por el momento parece mantenerse con constancia y abundante participación, algo esencial para su consolidación.

Participé en la edición de 2011, y publicaron mi relato con dos erratas que, aunque pequeñas, yo considero importantes y esenciales para la intención que tenía el microrrelato*. Pese a ello, he confiado en el Certamen una vez más y este año me he vuelto a presentar. Aunque en este caso confío en mi obrita y creo merecer posibilidades, dudo que vaya a ganar, y visto el criterio del jurado, tampoco sé si aspiro a ello (en el sentido literario: ¿podría ser mala señal?), pero desde luego aspiro a ser publicado, y poder ser leído en papel. Es una sensación que le enorgullece a uno. La entrega de premios de este año será algún día de las próximas semanas (será anunciado en su página web: Bardeblás). Nunca he asistido a una de estas, pero tengo entendido que allí leen los microrrelatos ganadores y ofrecen la posibilidad a los asistentes de leer los suyos, además de tener ya disponible el libro recopilatorio de los mejores microrrelatos de dicho año. Una cita a la que temo (ver los caretos de los escritores puede matar mucha magia) y quiero ir.

*El microrrelato trataba sobre el espacio vacío y en el título, que debería estar en blanco, pusieron mi seudónimo. Por otro lado, en lugar de un punto final escribí dos puntos, para señalar al espacio en blanco que quedaba en la página; sin embargo, lo cambiaron por un muy conclusivo punto final.

Nota: repasando los nombres de los jueces he comprobado que, casualmente, el tal Alejandro Núñez (ganador del 2012) había sido jurado en años anteriores. Puede que tan magna posición durante varios años le vuelva a uno mejor escritor.

Esta entrada es parte de mi reto de Leer 50 libros en 2013

lunes, 27 de mayo de 2013

El laberinto plano

Como si de una lámpara mágica se tratase, miró su ebook sabiendo que escondía una biblioteca. Los libros aparecían al frotarlo, pero el laberinto no era el mismo.


Fotografía: Chema Madoz

miércoles, 8 de mayo de 2013

Historia de un idiota contada por él mismo, de Félix de Azúa [11 de 50]

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Terminé de leer este libro hace unos días. En esta ocasión, lo único que diré de forma clara sobre el libro es que la "historia" es una excusa para divagar en argumentos filosóficos. Por lo demás, en lugar de una reseña al uso, he decidido hacer lo que sigue:

Retrato impresionista de
Historia de un idiota contada por él mismo (o El contenido de la felicidad)

Paseos, infancia, falsa felicidad, burguesía catalana, búsqueda del contenido, sexo, franquismo, adulterio, casino, suicidio, Pamplona, amor, ventanilla, espejo, guitarra, pesetas, escape, borrachera, civiles, Madrid, la mano, MAYÚSCULAS, nada, mili, escritor repelente, muerte de mentiras, renacimiento, liberación, filosofía, literatura, comida de coco, agujero de gusano, tocho, editorial, discrepancia, novela, perspectiva, desdicha, prestar atención, el contenido de la felicidad, vuelta, sorpresa, inicio, descansar.


Lo recomendaría, pero el título se recomienda por sí mismo.

viernes, 3 de mayo de 2013

Consejo de Helen Simpson [Traducción]



Lo más próximo a una regla que tengo es un pósit en la pared frente a mi escritorio que dice "Faire et se taire"* (Flaubert), que traduzco para mí misma como "Calla y ponte a ello".

Helen Simpson


*[N.d.T.]: Literalmente sería algo así como "Hacer y callarse".

jueves, 2 de mayo de 2013

La gata sobre el tejado de zinc caliente, de Tennessee Williams [10 de 50]

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Resumen
La gata sobre el tejado de zinc caliente es una obra de teatro que se desarrolla completamente en un mismo espacio, una habitación de la hacienda de un adinerado productor de algodón del sur de Estados Unidos. Ante el diagnóstico de cáncer que le han dado al padre y propietario, varios personajes mantienen una competición por conseguir la herencia, mientras que el hijo favorito de Big Daddy, Brick, pasa de aquellos intereses y se centra en beber, aquejado por penas pasadas que aún están muy presentes.

Explicación previa
Esta lectura ha sido parte de una asignatura que estoy cursando y sobre ella hice un análisis de los personajes masculinos; esto es lo que presento a continuación. Como de costumbre, aviso de que se habla de todos los elementos de la trama, así que si planeas leer la obra y esto te molesta, mejor no continúes. Si conoces la historia (quizás hayas visto la película homónima, basada en este texto) o tienes curiosidad y te interesa el análisis de las motivaciones de esta obra y estos protagonistas, eres más que bienvenido. Eso sí, antes de nada, otra señalización: esta obra es intencionadamente ambigua en algunos aspectos, por lo tanto puede que haya cierta interpretación propia, aunque he procurado mantener una distancia objetiva con el texto.

Hombres en «La gata sobre el tejado de zinc caliente» 
Los cuatro personajes varones con más presencia en La gata sobre el tejado de zinc caliente son Brick, Big Daddy, Gooper y Skipper. Big Daddy es padre de Brick y Gooper. Por su parte, Skipper es un antiguo amigo de Brick que se suicidó y que no tiene un papel activo en la obra, pero sí una influencia clara en la forma de comportarse de Brick.

Además de estos personajes están el Doctor Baugh y el reverendo Tooker, además de Lacey y Sookey, dos sirvientes negros. Todos estos personajes son bastante secundarios. Sobre ellos tan solo habría que comentar que el reverendo parece interesado en llevarse alguna donación para su iglesia y el doctor le sigue el rollo a los demás cuando están engañando a Big Daddy sobre su cáncer pero se desentiende sin ceremonias cuando la mentira es descubierta.

En general, los dos personajes masculinos más importantes, Brick y Big Daddy, son taciturnos con sus mujeres, por no decir que las desprecian abiertamente. Se muestran independientes, descontentos con sus vidas y cerrados al resto de personajes. Sólo entre ellos mismos, con ciertas dificultades, llegan a asincerarse.

Análisis de cada personaje

Skipper 
Skipper fue un compañero futbolista de Brick en su época de deportista. Se consideraban «mejores amigos», pero había una insinuación latente de que Skipper se sentía atraído por Brick y podría haber algo más que amistad entre ellos. Maggie, después de casada con Brick, se acuesta con Skipper en venganza por el fuerte vínculo que lo une con Brick, sospechando que haya algo entre ellos, para romperlo de una vez por todas. Pero Skipper se suicida, tras lo que Brick se vuelve alcohólico y rechaza a Maggie.

La homosexualidad de Skipper queda bastante patente, sobre todo en un momento en el que Maggie se la insinúa a Brick y éste no la desmiente. Este compañero de Brick y su tragedia es lo que se interpone fatalmente en la relación entre Brick y Maggie. Se sobreentiende que Skipper se suicida por haber sido forzado a hacer el amor con Maggie, y por tanto humillado y, de alguna forma, ser puesto en evidencia (ya que prácticamente tiene que aceptar el adulterio para, supuestamente, ocultar su homosexualidad). Quizás este adulterio significó para Skipper la confirmación de su «desviación sexual», que no quería aceptar, y ante la perspectiva de afrontar la presión social y personal que admitir ello conllevaría, opta por el suicidio. Al final se descubre que hizo una última llamada a Brick, pero éste le colgó, cortándole.

Gooper 
Junto con su mujer, Mae, forman prácticamente un mismo personaje. Está empeñado en conseguir la herencia paterna mediante el chantaje emocional que haga falta. Al principio de la obra parece bastante dominado por el fuerte carácter de su esposa, que le manda callar más de una vez. Sin embargo, según la obra se acerca al final Gooper toma las riendas y se sobrepone a la autoridad de su mujer. En cierto momento estalla en un brote de sinceridad y se pregunta en voz alta, dolido, por qué su padre prefiere a Brick, que es, formalmente, mucho peor hijo que él, y que además no le ha dado descendencia ni está trabajando.

Gooper es un personaje interesado y parece que un poco calzonazos, aunque al final le sale el genio, despechado. Es el más retorcido de los hombres que retrata la obra, ya que no sólo le oculta a su padre su verdadera enfermedad, como el médico o el reverendo, sino que además lo hace mientras espera conseguir un beneficio económico -la herencia paterna. En alguna ocasión parece un poco manipulado por su mujer. Corroído por la envidia, aprovecha siempre que puede para dejar claros los defectos de Brick.

Big Daddy 
Le habían diagnosticado cáncer, pero le hacen creer que había sido un error y que está bien. Al verse revivido por la noticia, decide aprovechar el tiempo que le queda y vivir a tope, y así se lo confiesa, sin ningún pudor y con alegría y liberación, a Brick. También confiesa que en realidad nunca ha querido a su mujer.

Big Daddy tiene un afecto natural por Brick y por ello busca hablar con él a solas, pero tiende a liarse al hablar y terminar yéndose por las ramas, sin llegar a ninguna parte, algo que Brick le reprocha. Debido a este afecto especial que le tiene a Brick, se preocupa por él y su alcoholismo, y le aconseja que no beba. Indagando en las consecuencias de su adicción a la bebida termina consiguiendo que Brick le cuente sus problemas, pero también termina sabiendo que le habían estado mintiendo y que en realidad sí que tiene cáncer y le queda poco tiempo de vida.

Big Daddy es la figura más autoritaria de toda la obra. Manda a todos, salvo quizás a Brick, y todos quieren agradarle. Desprecia sin ningún pudor las constantes muestras de cariño y preocupación de su mujer, mandándola una y otra vez a tomar por saco, y ésta procura tomárselo como muestras de ironía y humor retorcido. Es un personaje que en su día tuvo que adecuarse a las normas sociales y casarse con alguien que en realidad no le gusta, y lo ha pagado el resto de su vida con su mujer y acumulando amargura. Cuando le comunican que no tiene cáncer vuelve a ver la esperanza en su vida y planea un futuro para sí mismo más bien liberador, pero la noticia de que había sido engañado lo enfurecerá y le hará desaparecer de la escena mientras se caga en todo el mundo.

Paul Newman y Elisabeth Taylor, como Brick y Maggie
Brick
Se podría decir que es el personaje principal de la obra, aunque da la sensación de que interviene lo indispensable, ya que durante todo el transcurso de la historia sólo está pendiente de emborracharse (busca oír un «click» que dice que le tranquilizará). Desde el principio se ve que le guarda rencor u odio a su mujer y evita sus intentos de acercamiento. A medida que se desvela la razón de esta actitud (la traición de Maggie y el suicidio de Skipper), una cuestión queda implícita: ¿tenía Brick sentimientos más que amistosos por Skipper también? La respuesta a esta pregunta quedará en duda, sin clarificar, de acuerdo a la intención del autor. Se insinúa que algo podría haber pero al mismo tiempo ese «algo» podría no tratarse de una tendencia homosexual sino de un fuerte sentimiento de amistad profesada por Skipper combinado con el desengaño sobre su mujer Maggie.

A Brick, al contrario que a Maggie, Mae y su hermano Gooper, no le importa en absoluto la herencia de su padre, y en un momento incluso le sugiere que se la dé a su «Hermanito». De hecho, parece que no le importe apenas la vida o la muerte, le da igual todo, tiene una actitud que se puede considerar depresiva o nihilista, según se quiera entender, y que sólo le empuja a beber sin descanso para alcanzar la «paz» mental, y desentenderse.

En la recta final de la obra descubrimos que una razón por la que seguramente Brick se encuentra en esa situación depresiva y autodestructiva es porque se puede sentir culpable por la muerte de Skipper, ya que éste le llamó antes de suicidarse, aparentemente para decirle algo importante, y él le colgó sin escucharle. Cuando su padre le hace darse cuenta de esto y le acusa de «cavarle la fosa a su amigo» para «no afrontar la verdad», él se pone a la defensiva: «¡Su verdad, no la mía!» y le revela, en un acceso de rabia, la verdad sobre el cáncer que Big Daddy tiene. Finalmente, cuando el alcohol ya le ha hecho suficiente efecto como para oír el «click» que le indica la despreocupación, Maggie se aprovechará de él y su debilidad para forzarle a que le dé un hijo (del que ha dicho ya estar embarazada).

Durante toda la obra Brick es un amargado, borracho y esquivo. Esta actitud errática se explica durante la obra mediante las conversaciones, que sacan a relucir los trapos sucios que hay entre los personajes y, en este caso, sobre todo entre Brick y Maggie. Pese a sus reprochables actitudes y hábitos, es el único que no miente activamente a Big Daddy (con la excepción de la Big Mama, que tampoco, pero ella también es engañada, por lo que no cuenta). Al final será él, además, quien le desvele la verdad -aunque sea de forma casi accidental. En ese sentido, se reitera el rechazo que le causa la extendida mendacidad imperante y él termina no entrando en ese juego de la mentira convenida, lo que le diferencia de la mayoría del resto de personajes. Es un borracho despreciable, pero se «salva» por su sinceridad, aunque ésta sea descarnada e hiriente.

[Nota: las insinuaciones homosexuales fueron eliminadas en la película]