Acabo de terminar de leer una recopilación de artículos de
Bertrand Russell, bajo el título
Por qué no soy cristiano. Me parece uno de los autores más sensatos que he leído jamás, y uno de los autores con cuyas reflexiones más concuerdo; a muchas de las cuales había llegado ya por mi propia experiencia e indagaciones*.
Es curioso: a medida que avanzaba, su lectura se me iba antojando una reafirmación casi innecesaria de mis propios puntos de vista, pero a la vez no recordaba haber tenido nunca dicha sensación tan agudizada con otros autores, con lo que la experiencia era extraña y, a su modo, cautivadora.
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Bertrand Russell |
Ahora, por un lado no siento la necesidad de leer nada más, en este aspecto, de
Bertrand Russell. Siento que concuerdo con él en lo esencial, y su lectura, más que ideas nuevas (que también), me reporta formas de articular ciertos argumentos (que tampoco es poco). Por otro lado, me queda la curiosidad de hasta qué punto estaré de acuerdo con su visión del mundo (que, por otro lado, contemplaba un momento histórico muy diferente del actual). En ese sentido, tengo especial intriga sobre sus ideas en
La conquista de la felicidad, el otro de sus libros que me espera en la estantería (quizás no por mucho tiempo, pese a que el título parezca de la sección de autoayuda). Por el momento, su tesis sobre lo que considera 'la buena vida' me parece óptima:
La buena vida es una vida inspirada por el amor y guiada por el conocimiento.
Este énfasis en potenciar y armonizar ambas cosas, amor y conocimiento, en pos de alcanzar la mejor vida posible, me parece clave. Cualquiera de los dos sin el otro, está destinado a ser insuficiente y perjudicial. Los dogmas suelen exacerbar el papel del amor y olvidar el conocimiento, mientras que la ciencia, nuestra fuente más fiable de conocimiento, no se ocupa de la bondad. Es por ello que nos corresponde a nosotros, cada uno de los que tenemos nuestro nicho de influencia en este mundo, perseguir vidas con tanto amor y conocimiento como sea posible. Siempre se puede alcanzar más de ambas cosas, por lo que es un camino por el que siempre se puede avanzar.
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Portada del libro |
Cuando mi madre, muy católica, vio el título del libro, Por qué no soy cristiano, no se escandalizó (la voy acostumbrando). Al contrario, en seguida me dijo que se lo dejara leer una vez lo terminara yo. "Para conocer al enemigo", añadió con cierta guasa. No sé hasta qué punto es consciente de que, con algo de retranca, sí, pero me estaba considerando su enemigo. Lo que sé perfectamente es que no me trata como tal ni mucho menos, y por eso y por otras mil cosas -como el hecho de que se quiera leer un libro que sabe que va contra sus firmes ideales-, la quiero más de lo que se puede decir.
Por mi parte, por recomendación, le tengo echado el ojo a algunos libros de
C. S. Lewis y
Chesterton en los que hacen apología del cristianismo. No es que me haya faltado la perspectiva religiosa en la vida -he recibido multitud de catequesis e influencias, y me he informado de los principales argumentos a su favor-, así que dudo muy seriamente de que me vayan a convencer de nada. Pero siempre los puedo leer para descubrir nuevas perspectivas (tengo especial curiosidad sobre
Chersterton) y para crecer en erudición.
Para eso, o para "conocer al enemigo", como dice mi madre.
*Nota: no pretendo sugerir, ni mucho menos, que estoy al nivel cultural, filosófico y racional que demuestra Russell, y que he llegado solo por mi cuenta a sus mismas ideas. Estoy convencido de que si, ya antes de leerlo, compartía muchos de sus argumentos y conclusiones, es porque éstos me habían llegado antes a través de otros medios influenciados a su vez por él o por pensamientos que le influyeron a él también.