Empecé soñando con serpientes. Cuando me despertaba en mitad del sueño me revolvía y saltaba de la cama temiendo que las serpientes estuvieran entre mis sábanas. No eran pesadillas hasta que me despertaba. Pero cuando me despertaba nunca había serpientes en la cama, claro. Eran sueños recurrentes, pero fueron mutando poco a poco. Primero soñaba tan sólo con serpientes, a mi alrededor, por todas partes. Luego las serpientes estaban en un mar, y era más difícil escapar. Una noche soñé de nuevo con el mar de serpientes, pero esta vez yo estaba en un bote, a salvo de ellas. Este sueño se repitió varias veces, y en algunas ocasiones en el sueño me tendía en el bote y así no veía a las serpientes, aunque sabía que seguían allí. Por fin una noche las serpientes desaparecieron. El mar y el bote permanecieron. Así, tuve una temporada de sueños tranquilos en los que me dedicaba a flotar tumbado, relajado, en el bote. En el último sueño que tuve ya no había mar. Sólo estaba yo, de pie en ninguna parte, y en lugar de mi cabeza tenía el bote, a modo de sombrero. No volví a soñar. Así comenzó la verdadera pesadilla.
Retazos de escritura propia, traducciones interesadas, citas aleatorias, críticas particulares, experimentos literarios. Poco más.
sábado, 15 de diciembre de 2012
Cabeza buque: 1. Los sueños
Empecé soñando con serpientes. Cuando me despertaba en mitad del sueño me revolvía y saltaba de la cama temiendo que las serpientes estuvieran entre mis sábanas. No eran pesadillas hasta que me despertaba. Pero cuando me despertaba nunca había serpientes en la cama, claro. Eran sueños recurrentes, pero fueron mutando poco a poco. Primero soñaba tan sólo con serpientes, a mi alrededor, por todas partes. Luego las serpientes estaban en un mar, y era más difícil escapar. Una noche soñé de nuevo con el mar de serpientes, pero esta vez yo estaba en un bote, a salvo de ellas. Este sueño se repitió varias veces, y en algunas ocasiones en el sueño me tendía en el bote y así no veía a las serpientes, aunque sabía que seguían allí. Por fin una noche las serpientes desaparecieron. El mar y el bote permanecieron. Así, tuve una temporada de sueños tranquilos en los que me dedicaba a flotar tumbado, relajado, en el bote. En el último sueño que tuve ya no había mar. Sólo estaba yo, de pie en ninguna parte, y en lugar de mi cabeza tenía el bote, a modo de sombrero. No volví a soñar. Así comenzó la verdadera pesadilla.