1 Lee en voz alta para ti mismo porque es la única forma de estar seguro de que los ritmos de las frases están bien (los ritmos de la prosa son demasiado complicados y sutiles para ser meditados; sólo se pueden sacar bien de oído).
2 Corta (quizás esto debería ser CORTA): sólo sin tener palabras prescindibles cada palabra esencial puede contar.
3 No siempre necesitas ir tan lejos como para matar a tus seres queridos –esos giros de las frases o imágenes de las cuales te sientes súper orgulloso cuando aparecen en la página– pero vuelve atrás y míralos con ojos realmente malvados. Casi siempre resulta que estarían mejor muertos. (No cada pequeña punzada de satisfacción está bajo sospecha; son aquellas cuya cantidad parecen de un regodeo engreído de las que debes estar alerta).
Diana Athill